La
nada, un sentimiento de ausencia o una simple palabra para dar por
terminada una conversación sin sentido. En donde, irónicamente,
muchos han encontrado un pensamiento profundo dentro de ella. Es
decir, muchos científicos o filósofos han tratado de darle un
significado a "la nada"; claro, siempre terminando con
diferentes teorías dependiendo del punto de vista de cada cabeza.
Muchos
creen que hablar de algo aparentemente invisible como la nada, es
algo relativamente sencillo: "la nada es donde no hay nada"
dirían. Pero ¿Siendo un tema tan sencillo por qué grandes
pensadores del mundo y ahora yo, nos dedicamos un tiempo de nuestra
vida a comprender algo donde aparentemente no hay nada?
Como
siempre, una pregunta funciona perfectamente como catalizador de una
idea, que incluso puede terminar derivando en una completa ciencia.
Ahora es el turno de "la nada"; de verla fijamente y
entender un poco más acerca de su paradójica existencia.
Dentro
del círculo matemático, podemos determinar que la nada es el cero,
y es algo que a veces no existe o jamás se puede alcanzar,
dependiendo del tema. Podemos encontrar definiciones hacía el cero
como un vacío, un conjunto sin elementos, un campo nulo o también
como un elemento neutro. Por ejemplo, sin caer en demasiadas
explicaciones, en la tercera ley de termodinámica simplemente es
imposible alcanzar el cero (la nada).
El
tema queda en ceros o cantidades imposibles, pero la nada va más ayá
de los números. Nos rodea todo el tiempo, ya sea física o
mentalmente.
Es
ahí donde el campo de la filosofía entra con gran fuerza; se
concentra en la nada como una "cosa" que nos afecta, ya sea
de una buena o mala manera. El significado del cero en las
matemáticas nace del tratar de comprender la nada desde el lado
filosófico.
Ahora
bien, la nada en la filosofía nos trata de hacernos consientes de su
existencia y de los efectos en nuestras vidas.
Juntando
varias ideas de los máximos exponentes en el tema de la nada (Hegel,
Heidegger y Sartré)
se llega a decir que existe y no sólo por decirlo, sino que también
por concepto, por realidad. Hay más "nada" que materia en
todo el universo, es la composición principal de toda nuestra
realidad y las demás existentes. La nada lo es todo.
Pero
por lo mismo de "ser algo", deja de "ser nada",
en otras palabras, en donde se creía no haber nada, al decir que es
todo ya se está suponiendo que contiene cosas y no está vacía de
elementos.
Keirkegaard
nos presenta la nada como una angustia, el no saber que pueda haber
del otro lado de nuestras preocupaciones: si hay algo o no hay nada.
Y si se nos interroga por la causa de nuestra angustia, casi
espontáneamente responderemos: "por nada".
Por
otra parte, Heidegger nos afirma que por el simple hecho de que
existamos, nosotros estamos haciendo de la nada algo real también.
Sin
embargo, viendo la nada desde un punto de vista religioso, no niegan
la existencia de la nada, sencillamente la colocan en diferentes
planos.
En
el budismo, la nada se convierte en el Shunyanta, que es el estado
vacío de la mente; mientras que en el catolicismo la vemos a veces
como un espacio entre el cielo y el infierno: "el limbo".
Entonces,
sabiendo sobre la existencia de la nada y su amplio rango que abarca
en nuestros pensamientos día con día ¿Hacía donde se dirige la
nada?
Y
la mezcla perfecta podría bien ser “la nada” de Keirkegaard con
la Heidegger.
Para
analizarla, con
los puntos de vista de
Keirkegaard y
Heidegger,
debemos ser consientes de su existencia, que está ahí y es por eso
que intentamos saber más de ella. Luego nos debemos de centrar en
que la nada contiene algo y por esa misma razón tratamos de ver
dentro de ella. Nos provoca una angustia o inconformidad, como al
estar frente de una cueva gigante y oscura; creemos que no hay
aparentemente nada y sin embargo evoca
dentro de nosotros una
curiosidad, y nos intimida no saber lo
que contiene.
Entonces ya afirmamos de un contenido dentro de la nada. No
lo conocemos, pero es un hecho para nuestras mentes que algo debe de
haber ahí, en la “nada”
Y
esto nos llevaría a lo mismo que en párrafos anteriores: si a la
nada le dotamos de un contenido, entonces, y por obvia razón, deja
de ser “nada”; ya hay algo.
Con
lo anterior, se demuestran las paradojas de la misteriosa “nada”;
al tratar de dotarle de una explicación, caemos en el mismo dilema
de muchos científicos y filósofos.
No
por nada han tardado años en exponer sus diferentes teorías. Ya sea
negando o complementando otras grandes ideas.
Es
por eso que si la nada fuera tan simple como decir “nada”, ¿por
qué cuesta tanto trabajo hablar de ella o explicarla? Con la nada se
llega a nada.