lunes, 10 de marzo de 2014

¿Qué Título?

¿Qué escribo? ¿Qué estoy harto? ¿Qué me siento atrapado en una caja? ¿Qué me asaltaron? ¿Qué me quitaron mi manera de ver el mundo? 
Y sin embargo, ya comencé a escribir.

Escribir para mí es una manera sana de reflexionar (como para muchos) y calmar los mares en mi cabeza. Puedo pasar dos horas viendo un párrafo y un día entero revisando algún ensayo; simplemente siempre hay más que decir. Nunca es suficiente con la escritura, y eso es lo maravilloso.

En su infinidad encuentro ese espacio en donde me quedo inmóvil y veo lo que me rodea. Me digo a mí mismo "aquí estoy". Se inicia una avalancha de ideas y después forman un río de palabras. Eso sí, acomodar esas palabras me es un gran reto. No obstante, cuando mi objetivo es claro y se suma con cierto sentimiento, las palabras se arman solas. Como el día de hoy.

Sin querer aburrir (de más), el día de hoy viví un asalto en donde perdí mi cámara con todo su respectivo equipo. Detalles ¿para qué? Ni que fuera periódico; esto es un blog.

Bien podría estar hablando de los hijos de su reputísima madre, de la sociedad mierda, del chapo, del gobierno lacra, del chofer que atropelló veintidós personas o de Oceanografía. Pero no. Creo que el conjunto del susto y temor lograron abrir una vez más la escotilla en mi mente. Tampoco es que me sienta culpable. Dentro, puedo encontrar varias cosas que ya han sido distorsionadas.

Tener una cámara se ha vuelto una manera de ver el mundo. Se distorsionan las líneas, las perspectivas cambian, el tiempo se rompe, los colores se transforman y la realidad se mezcla con la ficción. ¿Asombroso no?  
El hecho de ver las cosas diferentes también hizo que mi mente pensará de otra manera; había que ver un poco más dentro de los problemas que afrontaba y derribar ciertos muros para llegar a nuevas conclusiones.
Con esta realidad, no renovada, sino distorsionada a mí manera, pude llegar al punto por el cual (creo) escribo esta nota: lo material ha perdido su valor.

No tengo mi colección de cine de arte, ni mucho menos de discografías de discos de Metal. Mi cuarto no está tapizado con posters o decorado por figuras.
Aclaro, tengo amigos (sino es que hermanos) que si tienden a esas cosas, pero los conozco y ellos a mí; saben que no estoy ofendiendo. 

El punto es que he logrado a darle valor a las cosas que de verdad ME importan. No puedo saber cuáles son las que importan en verdad, sólo conozco las que he descubierto; con el tiempo vendrán más, claro.

Es raro que un suceso en donde se podría decir que fui víctima pueda hacer que me pregunte más de mí que de otros; dejando en claro que al principio todos se llevan su mentada de madre. 
Creo de manera firme que el conocer primero tus errores (siempre los hay, siempre) te ayudará a ver los errores de los demás. Dejando de un lado un prejuicio egocéntrico. Es una manera fácil de hacer un despeje mental y meditar las acciones que rodean al suceso.

Con ese razonamiento, es con el cual me siento, abro mi laptop (qué se salvó) inicio una nueva nota, y dejo a mi mente pasar sus pulsos hasta que sean transformados en códigos binarios mostrados en una pantalla. ¿Qué como me siento? Enojado ya no. Obviamente si me duele ya no tener mi equipo con el cual producía y trabajaba. Pero las cosas vienen y van ¿no?