Entre
las hojas se esconde un sendero, el cual por largo tiempo ha estado oculto y
pocas personas lo han transitado. Ahora por fin el sol puede iluminarlo, el
aire lo puede limpiar, el agua lo puede bañar y la vida por él puede volver a
correr.
A
pesar de estar nuevamente ante la naturaleza, éste ya no es el mismo.
Los
años han traído el olvido a las cabezas de los hombres, la inseguridad ronda
por todos lados y las criaturas que en un tiempo eran centinelas de los
viajeros, ahora sólo observan sin hacer algo.
Y es
que al final de este gran camino, un enorme claro se impone en medio de todo el
bosque. El cual trajo prosperidad y después odio.
Los árboles se han retirado para mantener un espacio. Un césped se extiende por todo el lugar y un pequeño estanque reposa en medio
de todo.
El
agua contenida dentro de éste pequeño hoyo jamás se ha ido de ahí. Es el
símbolo de la eternidad para aquel bosque, y es la razón por la cual exista el
camino.
Su
creación es tan misteriosa como la existencia de todo lo demás y su misticismo
digno de un dios; muchos aseguran que un ser supremo vive dentro.
Día
con día, el pequeño estanque observa la bóveda celeste y así refleja el mar de
estrellas en sus tranquilas aguas. Es ese momento el que todo hombre anhela
cuando por fin llega al final de aquel sendero que nuevamente está descubierto.
Los
seres que con gran inteligencia han creado complejas estructuras, ahora buscan
su reflejo en aquellas aguas tranquilas de aquel estanque.
Esperan
hasta la media noche, y cuando las estrellas despiertan, las caras de los hombres
se asoman sobre el hoyo para ver y sentir lo que tanto desean: la unión de los
universos.
Sus
rostros pintados en el agua y adornados por los objetos celestes, les crean un
estado de unión con todo lo que los rodea.
La
naturaleza les brinda el espacio; un portal. Ellos observan y creen. Las
ilusiones se desatan por sus mentes, la euforia de existir se transmite por sus
ojos, la locura se convierte en razón, la nostalgia desaparece y la melancolía
se convierte en nada.
El
hombre ha visto el universo, sabe que no es el centro de él y que jamás podrá conocer
ni la más pequeña estrella reflejada dentro del estanque.