martes, 17 de septiembre de 2013

El Claro

Entre las hojas se esconde un sendero, el cual por largo tiempo ha estado oculto y pocas personas lo han transitado. Ahora por fin el sol puede iluminarlo, el aire lo puede limpiar, el agua lo puede bañar y la vida por él puede volver a correr.
A pesar de estar nuevamente ante la naturaleza, éste ya no es el mismo.

Los años han traído el olvido a las cabezas de los hombres, la inseguridad ronda por todos lados y las criaturas que en un tiempo eran centinelas de los viajeros, ahora sólo observan sin hacer algo.

Y es que al final de este gran camino, un enorme claro se impone en medio de todo el bosque. El cual trajo prosperidad y después odio. 

Los árboles se han retirado para mantener un espacio. Un césped se extiende por todo el lugar y un pequeño estanque reposa en medio de todo. 
El agua contenida dentro de éste pequeño hoyo jamás se ha ido de ahí. Es el símbolo de la eternidad para aquel bosque, y es la razón por la cual exista el camino.
Su creación es tan misteriosa como la existencia de todo lo demás y su misticismo digno de un dios; muchos aseguran que un ser supremo vive dentro.

Día con día, el pequeño estanque observa la bóveda celeste y así refleja el mar de estrellas en sus tranquilas aguas. Es ese momento el que todo hombre anhela cuando por fin llega al final de aquel sendero que nuevamente está descubierto.

Los seres que con gran inteligencia han creado complejas estructuras, ahora buscan su reflejo en aquellas aguas tranquilas de aquel estanque.
Esperan hasta la media noche, y cuando las estrellas despiertan, las caras de los hombres se asoman sobre el hoyo para ver y sentir lo que tanto desean: la unión de los universos.
Sus rostros pintados en el agua y adornados por los objetos celestes, les crean un estado de unión con todo lo que los rodea.

La naturaleza les brinda el espacio; un portal. Ellos observan y creen. Las ilusiones se desatan por sus mentes, la euforia de existir se transmite por sus ojos, la locura se convierte en razón, la nostalgia desaparece y la melancolía se convierte en nada.

El hombre ha visto el universo, sabe que no es el centro de él y que jamás podrá conocer ni la más pequeña estrella reflejada dentro del estanque.